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Ramón de Aguilar

Sol Mestizo, Certamen Literario

Sol Mestizo, Certamen Literario

En España se convocan cada año más de tres mil certámenes literarios. El dato es de hace algún tiempo, pero no creo que haya variado mucho; es posible que en estos momentos sean más. También resulta fácil suponer que entre tantas convocatorias las haya de todo tipo: desde las más serias a las más informales, desde las más honestas a los meros chanchullos, desde las que premian con generosidad a los autores a las que quieren hacer negocio con ellos, desde las que dan prestigio a quienes las ganan hasta las que tratan de realzarse con el nombre de los premiados… Es más, seguramente, una y otra vez se repiten parecidos esquemas (por lo que no es tan de extrañar que sean los mismos autores, y en ocasiones con la misma obra, quienes ganen la mayoría de las veces). Resulta muy difícil ser original si cada día se anuncian las bases de diez nuevos certámenes.

            Estoy convencido de que el Grupo Local de Amnistía Internacional de Albacete no trataba de ser original cuando se decidió a convocar un certamen literario, dentro de su tradicional festival “Sol Mestizo”… Pero también estoy convencido de que el suyo es un certamen realmente diferente, que merece ser reseñado de una manera especial.

            Conocí el proyecto a través de Manel, el que fue su coordinador en la primera convocatoria. A este terrícola (como a él mismo le gusta considerarse), lo trajo Irene a nuestro informal taller literario de Casas Ibáñez, una noche de la primavera del año pasado, para que nos contara su idea: Convocar un certamen de narrativa breve en el que los relatos girasen en torno a una experiencia real y que culminara reuniendo, en la entrega de premios, al protagonista de la historia con quienes hubieran escrito los trabajos premiados.

            A lo largo de aquella reunión intercambiamos ideas, pusimos pegas, buscamos la manera de salvar los obstáculos que aparecían y me comprometí a facilitarles las bases del Certamen Literario Emilio Murcia, de Villatoya, que tomaron como modelo, y unas cuantas direcciones de páginas en las que podían dar a conocer su proyecto… Y echaron a andar. Convocaron el certamen, lo dieron a conocer, recibieron una calurosa respuesta y en agosto de ese mismo año, durante la celebración del X Festival “Sol Mestizo”, reunieron en la entrega de premios a los primeros ganadores: Olga Huerta Jubia (Un mar de libertad), Liliana Savoia Amaranta (Yejida), José Jesús Moreno Meneses (Cuando la luz se apaga), Carmen Frontera Quiroga (Las mamás lloran como lloran las mamás) y Dionisio López García (La barranca del ahorcado), junto con el verdadero protagonista de las historias que ellos habían escrito: Alejandro González Raga, quien había sido detenido y encarcelado en Cuba, junto a otras 59 personas, por recoger firmas para el “Proyecto Valera”, iniciativa pacífica que solicitaba a las autoridades cubanas: libertad de asociación, de expresión, elecciones libres y otros derechos humanos; después de cuatro años en la cárcel, por su delicado estado de salud, fue expulsado de su país y deportado a España… 55 de sus compañeros todavía permanecen en prisión.

            Los cinco trabajos premiados, junto a otros diez seleccionados por el Jurado, fueron publicados en un libro entrañable, que se abre con unas palabras del propio Alejandro, el protagonista de todos los relatos: “Vayamos a Cuba con todas las armas del afecto, con todas las herramientas del cariño, que son las únicas posibles para expulsar para siempre del alma generosa del cubano el odio por tanto tiempo exacerbado”.

            Ahora acaba de hacerse pública la segunda convocatoria. Las bases completas pueden consultarse en este enlace y el protagonista de este año es Mohammed Salah Talib; este es su testimonio, el texto en el que han de inspirarse los relatos que se presenten:

            “Los soldados israelíes llegaron con tanques y bulldozer y sacaron de la casa a toda la familia: a mí, a mi esposa y a nuestros hijos y nietos. Después destruyeron la casa y dañaron el depósito de agua. Desde entonces vivo en una cueva cercana, y algunos de mis hijos se han visto obligados a mudarse a otra localidad. Pero es aquí donde está nuestra tierra, así que ahora estamos reconstruyendo nuestra casa. Yo nací aquí. Vivíamos en una cueva, como tantos otros campesinos en aquellos tiempos, pero el mundo ha cambiado desde entonces. He trabajado con denuedo toda mi vida para mis hijos; ahora están casados y tienen hijos, así que necesitan sus propias viviendas. No deberían verse obligados a marchase de aquí.” Su hijo Akram dijo:” Cuando destruyeron nuestro hogar mis hijos eran pequeños: el menor tenía sólo seis años; mi hija pequeña nació después. Nuestro mundo se derrumbó. Fue muy difícil. Tuvimos que alquilar un apartamento en otra localidad, mientras que mis padres se quedaron aquí. Ha costado un gran esfuerzo reconstruir nuestra casa. No está totalmente terminada todavía, pero nos las arreglamos. No quiero perder nuestra casa de nuevo ni quiero marcharme.”

            Sé que muchos de los que me leéis también escribís, así es que os invito a participar. Merece la pena… Como la merecerá acudir a la entrega de premios durante el XI festival Sol Mestizo para escuchar los relatos premiados en la voz de sus autores y el testimonio real en la de Mohammed Salah Talib… Yo haré todo lo posible por no perdérmelo.

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