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Ramón de Aguilar

La próxima novela de José Saramago

La próxima novela de José Saramago

 

       Antes de colgar este artículo en el blog (antes de hacer un asiento más en este cuaderno de bitácora), he tenido que averiguar si ya ha salido a la venta el nuevo libro de José Saramago, El viaje del elefante; su lanzamiento está anunciado para este mismo otoño. Afortunadamente aún no se ha puesto a la venta, aún no está en las librerías y yo puedo hablar tranquilamente de él... sin haberlo leído.

       Parece que no tenga sentido escribir sobre un texto que no se conoce (y no es que lo parezca, es que es así). Pero que nadie se asombre, yo no voy a hacer ninguna crítica de sus páginas ni, por supuesto, voy a recomendar o desaconsejar su lectura; para lo que sí me va a servir esta novela, quizás ya impresa, pero que no se podrá comprar hasta dentro de unas semanas, es para contaros que yo me enteré de su existencia hace un par de meses, cuando preparaba mi viaje a Salzburgo y supe que el escritor luso se inspiró en un restaurante de aquella ciudad, “El Elefante”, para iniciar su escritura. Pensé que igual que, como el resto de los turistas, me haría un foto ante la casa en la que nació Mozart, o visitaría los lugares en los que se rodó Sonrisas y lágrimas, rescatando muchos recuerdos de mi primera juventud; acudiría una tarde a tomar un café en ese lugar y tal vez, sentado ante un velador de mármol, también yo empezaría a escribir una novela.

       Siempre que he viajado me ha gustado visitar los lugares relacionados con los libros o los autores que me han gustado. Guardo con cariño las fotos que me he hecho en casi todos los parajes que fueron escenario de las aventuras de Don Quijote: desde la Cueva de Montesinos a la playa de “Barcino”, desde los molinos de vientos de Mota del Cuervo o Campo de Criptana a Sierra Morena... sin olvidar la iglesia o la Casa de Dulcinea en El Toboso, alguna que otra supuesta venta manchega en cuyo patio se rememora el nombramiento de Alonso Quijano como caballero andante, o la cueva de Medrano, antigua cárcel de Argamasilla de Alba en la que se supone que Cervantes empezó a escribir su obra maestra. He viajado adrede hasta Galicia para buscar “Gondomil”, la aldea en la que transcurre uno de mis relatos preferidos: La casa de la lluvia, de Wenceslao Fernández Flórez; y he aprovechado mi paso por otros lugares para leer y fotografiarme, con un libro suyo entre las manos, ante las casas de autores como Juan Ramón Jiménez (en Moguer), Kafka (en Praga), Rosalía de Castro (en Padrón), Gabriel y Galán (en Guijo de Granadilla), Teresa de Jesús (en Ávila), Álvaro Cunqueiro (en Mondoñedo) Pablo Neruda (en Isla Negra), por citar sólo a los primeros que me vienen a la memoria... Dos viajes siguen pendientes: el Dublín de James Joyce y el de Aracataca (o Macondo, como él le llama), de Gabriel García Márquez.

       Hassan y Mónica (mis amigos austriacos, aunque él sea iraní y ella chilena), se desvivieron por lograr que mi estancia en Salzburgo también se convirtiera en un recuerdo bello e inolvidable; no sólo me acogieron en su casa con generosa hospitalidad, me hicieron partícipe de sus amigos y me enseñaron todos los rincones de la ciudad (casa natal de Mozart y escenarios de “Sonrisas y lágrimas” incluidos), sino que, además, como yo les había pedido, me llevaron un mediodía a “El Elefante”, que no era una cafetería, como yo había imaginado en un principio, sino un hotel y un restaurante. No pude inspirarme allí (y ha tenido que pasar casi un mes para que pueda convertir el recuerdo en palabras), pero me hice la foto junto al elefante de madera que le da nombre.

       José Saramago es un autor que siempre me atrae. Sus títulos me resultan sugestivos y sus argumentos tentadores, pero luego no termina de engancharme cuando lo leo. Un fragmento de la novela aparece en su blog (puede leerse pulsando aquí). A mí no me ha gustado (tampoco esta vez); pero, después de lo que acabo de contaros, estoy seguro de que si un día pudiera alojarme en ese hotel, me la llevaría como libro de cabecera y la leería con mucha ilusión.

1 comentario

Manuel Calomarde -

Hola Ramón.
A mi me pasa algo parecido con Saramago. Pero no porque me guste mas o menos su escritura, si no porque me introduce tanto en ella que, por ejemplo en el caso de ensayo sobre la ceguera, me daba vértigo seguir leyendo.

Quién sabe, tal vez este nuevo libro (del que me enteré que existía ayer) te resulte una sorpresa.

Un saludo Ramón y por cierto, tengo pendiente enviarte algo :-)